Y como si fuéramos
libélulas atraídas por la "Luz"
desde todos los barrios del pueblo
y desde pueblos limítrofes
comenzamos a llegar al templo.
Tenemos una necesidad imperiosa de ir, es como si quisiéramos asegurarnos
de que todo está bien,
de que todo está preparado,
y efectivamente lo está.
Están "los de las fotos", "los de las flores",
"la mesa de las estampitas", "los meteorólogos aficionados",
"el Altar de insignias"... y están los pasos preparados,
con sus exornos florales y su candelería.
Y comenzamos a repasarlos desde una punta o otra,
desde la delantera a la trasera,
y cuando nos encontramos en este repaso, nos encontramos con El, con Jesús del Gran Poder.
Observamos sus potencias,
los rizos de su pelo,
el bronce de su piel, su pómulo herido
dando muestras de como ofreció
su otra mejilla,
y encontramos "su mirada",
esa mirada llena de misericordia, de ternura, de amor.
Y esa mirada te atrae, te cautiva, te enamoras, y entonces todo desaparece,
los murmullos, los saludos,
las clases , la gente, todo. Ya no existe nada más que El. El y tú.
Y en una íntima conversación, Jesús,
con su amor infinito,
con su mirada de perdón sin medida,
aceptando tú pobreza,tus faltas, tus egoísmo...
Te dice que lo sigas,
que cojas tu Cruz y lo sigas,
porque El ES CAMINO.
Rocío Simón.
Pregonera de la Semana Santa de Camas 2015.
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