Camas, a 26 de marzo de 2021
Querida Semana Santa:
Llevo ya mucho tiempo sin verte, y no por falta de ganas, pero las circunstancias que nos rodean así lo requieren. Creo recordar que nos vimos en el año 2019, y ni el año pasado nos vimos, ni éste 2021 nos podremos ver. Te hecho mucho de menos, y lo sabes.
Raro es el día que no hablo te ti, de cuando nos conocimos, ¡como pasa el tiempo!
Parece que fue ayer cuándo vi nacer a tus dos “Hijas” (Hermandades) menores, Santa Cruz y Humillación. Incluso de Humillación asistí al parto. Que bonito y que emoción más limpia la de todos aquellos niños que con una y con otra luchamos para que a día de hoy fueran lo que se merecen, dos “Mujeres” (Hermandades) hechas y derechas.
¿Y cómo es la Virgen del Rosario con esos ojos verdes? Además, deseando de ver a Jesús de la Caridad en la calle un Viernes de Dolores, junto a su madre y los nuevos romanos, por esos rincones muy nuestros como son la calle la Huerta, o la llegada a la puerta de la Parroquia, tú casa, su casa, la de todos. Ahí, en un rinconcito de la nave del Evangelio, espera ese reo condenado a muerte, con las sogas en las manos, con su clámide tirada en el suelo. Allí nos espera con los brazos abiertos, contando los días que faltan para vernos, como su madre va pasando esas cuentas del Rosario, misterio tras misterio, pidiendo por el fin de esta pandemia que nos azota, y que hace que no podamos vernos.
No se me olvida el último Sábado de Pasión que viví contigo. Que bonito el ver esas calles llenándose de un cortejo de airosas capas y antifaces burdeos. Aquella “niña” ya cumplió su mayoría de edad, y ya nos da lecciones. Porque cuando se adentra el paso del Soberano Poder buscando las calles del centro se te ponen los pelos de punta, y eso que San Pedro lo va negando. Pocos, muy pocos detalles le falta a este “barco”, porque permíteme que te diga que me recuerda a un barco buscando el mar abierto cuando a la Plaza de la Constitución se acerca. Un mar de gente espera la llegada, y ninguno salimos defraudados. ¡Que pena!, que por una mijita más de puerta no pueda entrar. Y detrás viene siempre la madre, como todas las madres, recogiendo piropos y volviendo a dejar a todos con la boca abierta. El paso por Dolores Chaves, bendita calle que permanece dormida y que despierta cada Sábado de Pasión como faro que alumbra un barco, el Barco de Cristo, y el de su madre, pero tendremos que esperar otro duro y largo año. El Domingo de Ramos celebramos la Entrada Triunfal de Jesucristo en Jerusalén. ¡Cuántas procesiones de Palma desde la Plaza de la Cruz con las palmas y las ramas de olivos!
De ahí pegamos un salto hasta el Jueves Santo, día del amor fraterno. Comienza el Triduo Pascual y
conmemoramos la institución de la Eucaristía en la Última Cena, el lavatorio de pies y la oración en el huerto de Getsemaní. Los Oficios comienzan temprano, porque la Sacramental tiene que salir a la calle. La Reserva del Señor en el Altar del Monumento, siempre ha sido un momento muy emotivo, con esos seis nazarenos de ruan portando el palio sacramental hasta ese Monumento que durante tantos años he montado, para reservar al Señor en este “sepulcro efímero “.Sale el Señor del Gran Poder a la calle, y se hace el silencio. Cristo cargado con la cruz de nuestros pecados va recogiendo las súplicas de tantos cameros que sirven de cirineo para ayudarlo a llevar el pesado madero. Después llega su madre, Dolorosa entre las dolorosas. Más de doscientos años lleva la Patrona cubriendo bajo su manto protector a todos y cada uno de sus hijos. Que me gusta escuchar a nuestros mayores contando sus anécdotas de cuando salían las túnicas de capa, el palio negro o el recorrido por el Barrio de la Fuente. No se me olvida cada vez que les he cantado a mi Gran Poder y a mi Virgen de los Dolores. ¡Qué privilegio el mío de poder rezar cantando por saetas! Como el privilegio que tuve de poder pregonarte en el año 2014. Ese mi Pregón, lo terminé con una saeta que decía:
“Rosario de ojos verdes,
como el olivo del Soberano,
y de la Humillación su madre.
Y del Gran Poder Nuestra Señora
de los Dolores Coronada “
Tras recorrer las calles cameras, se recoge la Cofradía con la misma categoría y herencia que lleva haciendo tantos siglos desde que se fundara su Hermandad de Vera Cruz.
El Viernes santo se recuerda la muerte de Nuestro Señor en la Cruz. Los oficios de ese día también son muy emotivos, con la adoración a la Cruz ya vacía. Tras esto, el Monumento queda vacío, en penumbra, esperando lo más grande para los cristianos.
El Sábado Santo celebramos la Vigilia de Resurrección. Comienza la celebración en penumbra, con los pasos del Gran Poder y la Virgen de los Dolores completamente encendidos, con ese olor peculiar a cera derretida y a pétalos de flores que le cayeron el Jueves Santo, como lluvia de oraciones por todo el recorrido.
A las doce de la noche, ¡Cristo Resucita!, lo más grande para todo Cristiano, la principal causa de nuestra Fe. Sin la Resurrección no habría nada y no existirías.
Llegamos al Domingo de Resurrección intentando parar el reloj, porque ya todo termina, y no nos volveremos a ver hasta el siguiente año. Atrás quedaron esos Domingos de Resurrección donde la Hermandad Sacramental sacaba el Santísimo en su Custodia. Hoy en día, la Hermandad de la Humillación cierra tu Semana más Santa, la más esperada y deseada.
En un solo paso se trasladan sus titulares, el Soberano Poder y su madre la Sta. Virgen de la Humillación. Blanco impoluto, blanco de pureza, blanco de Resurrección. De nuevo la calle Dolores Chaves se viste de gala para recibir a sus devociones. Una alfombra de pétalos de flores va quedando tras el paso.
Cuando entran en su casa, la Parroquia de Santa María de Gracia, y se cierran sus puertas, se acaba todo. Termina una larga semana donde celebramos la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
No te has ido, y ya estamos deseando de volver a verte, así que imagínate las ganas que tenemos de encontrarnos en 2022. Cuando volvamos a vernos, nos faltará mucha gente, porque nos han dejado muchos de nuestros seres queridos.
Este año 2021 será duro, pero nuestra fe nos dará la fuerza necesaria para esperar, para esperarte.
Te he querido siempre, te quiero y te querré. No te olvides de nosotros, que te necesitamos.
Hasta el año que viene.
Antonio Rodríguez Escaño.
Pregonero de la Semana Santa de Camas 2014
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